Las agravantes en los delitos son un tema común que vemos los abogados penalistas y una de las más comunes tiene que ver con dinero u otras recompensas.
El hecho de que un crimen implique agravantes afecta el castigo del culpable y ahora mismo te voy a explicar de qué va este asunto ¡Vamos a ver!
¿Cuándo se puede hablar de agravantes?
Quiero empezar explicando lo qué es una agravante y no es más que cualquier hecho que ponga mayor responsabilidad penal en el responsable del delito.
Si una persona comete un delito con agravante, entonces su castigo será mayor al que normalmente se aplica al crimen, así de simple.
Todas las agravantes que define la ley son diversas y corresponden a situaciones particulares, por lo que se dividen en genéricas, personales, objetivas y específicas. (artículo 22 del Código Penal).
Entendiendo la diferencia entre agravante de precio, recompensa o promesa
Ahora que sabes en qué consiste una agravante, te voy a explicar cuándo se produce en estos contextos.
Se puede decir que hay agravante de precio, recompensa o promesa cuando el delito se ejecuta con el fin de recibir algo a cambio, independientemente de que sea dinero, joyas o un beneficio económico como un empleo y ascenso.
Para que se pueda hablar de agravantes como estas el delito tiene que estar motivado por el hecho de obtener un beneficio económico y no es indispensable que el sujeto reciba el dinero o el bien que le han ofrecido.
Si bien estamos claros hasta aquí, tengo que hacer una precisión importante y es que estas tres agravantes son diferentes:
- La agravante de precio pasa cuando una persona mata a otra para recibir un pago, por ejemplo.
- La recompensa sucede cuando el beneficio que se busca no es dinero, como falsificar documentos para conseguir un ascenso en el trabajo o un empleo nuevo.
- Finalmente, se habla de promesa cuando el beneficio se obtiene (sea precio o recompensa) se entrega cuando el delito se haya realizado. Este es uno de los tipos comunes y puede pasar, por ejemplo, cuando alguien contrata a otro para vandalizar una propiedad y una vez hecho le paga.
Para ponerte en contexto sobre la agravante de precio, tenemos el caso de un hombre que contrató un sicario para que matara a su asistenta.
La mujer presenció que la esposa de este sujeto le estaba siendo infiel y contó a cuanta persona pudo, lo que generó la ira de este hombre y le pagó 3000 euros a un delincuente para que la asesinara.
Como puedes ver, en este caso el asesino recibió una remuneración dineraria, por lo que fue el móvil que impulsó a la realización del acto.
Otro ejemplo de una agravante de precio es el caso de una pareja de esposos que asesinó al padre de uno de ellos para quedarse con su dinero.
Ambas personas participaron del asesinato y se quedaron con 64.000 € en efectivo del anciano, así como el control total de las cuentas bancarias, mientras el hombre se encontraba muerto en un bidón con cal.
El móvil que incitó a este repugnante acto no fue otro que apropiarse de los bienes del anciano, ya que en algún punto pudieron llegar a hacerse con 500.000 euros.
¿Cómo puede afectar esta agravante en la pena?
Como ya te dije antes, cualquier agravante supone que la pena sea mayor. Por ejemplo, si una persona le quita la vida a otra por precio, no hablamos de homicidio, sino de asesinato (artículo 139 del CP).
En su forma tradicional, el homicidio se castiga con cárcel por hasta 15 años, pero cuando se recibe una recompensa o precio por el hecho, entonces el asesinato se paga tras las rejas por hasta 25 años.
Cualquier delito puede ser afectado por esta agravante y la culpa recae tanto en la persona que recibe el precio o recompensa como en quien la entrega. Además de esto, debo aclarar que no es necesario que el autor del delito reciba el dinero o beneficio para que se considere la existencia de la agravante, aunque no lo haya hecho si el fin del crimen era ese, se habrá configurado.